A solo 5 minutos del centro de la ciudad, en lo alto del cerro panul, camino a la vecina localidad de Cartagena se encuentra una de las poblaciones más antiguas de San Antonio. La población Canteras, conocida por su privilegiada vista al Océano Pacífico posee una historia que la relaciona fuertemente con los inicios del desarrollo portuario moderno. De allí su nombre, ya que su configuración poblacional se estructuró en base a los trabajos de la extracción de piedras que fueron fundamentales en la construcción del enclave portuario de la zona. La revista Pacífico Magazine, en 1915 indicaba que hacia el costado norte, entre San Antonio y Cartagena, a la orilla del mar, se levantan cerros de enrocados, de los cuales se extrae la piedra apropiada para los diversos trabajos del puerto. En la misma línea, la agrupación Raíces del Puerto de San Antonio agrega que las canteras ubicadas en la actualidad a unos dos kilómetros al norte de la bahía del puerto, representan el primer escenario laboral asociado a la actividad portuaria. Los trabajadores de este sector estaban cifrados entre los 250 a 300 trabajadores en los primeros años de la actividad portuaria, los cuales se establecieron en una pequeña ciudadela a orillas de la línea férrea que se abría paso por la costa. Al igual que en Barrancas y otros núcleos poblacionales, el desarrollo demográfico local incentivó el surgimiento de habitaciones obreras para trabajadores que ante la demanda laboral llegaron a la costa provenientes, muchos de ellos, desde el valle central chileno. El desarrollo organizacional de los trabajadores portuarios hacia la década de 1950 motivó el surgimiento de cooperativas habitacionales en San Antonio, de esta forma los habitantes del sector de las Canteras organizaron el establecimiento oficial de la población a principios de la misma década, conformando así la Unidad Vecinal nº1 de San Antonio construyendo nuevas casas, ahora en lo alto del cerro panul. Esto fue progresivo, incluso habitantes de la época indican que se establecieron primeramente a orillas de la línea del tren quienes estaban casados y después los obreros solteros en lo alto del cerro. Con el pasar del tiempo, toda la población terminó por establecerse en lo alto, especialmente los descendientes de los primeros trabajadores, quienes también se dedicaron a labores portuarias. Hasta el día de hoy es posible identificar algunas familias que datan de mediados del siglo XX. De esta forma, se inició un alto desarrollo de comunidad, el cual se tradujo en la conformación de la organización vecinal y en la multiplicidad de actividades comunitarias que otorgaron identidad de barrio por largos años. Festividades como navidad y fiestas patrias representaban momentos de gran participación vecinal, ya que se organizaban, durante varios días, actividades tales como juegos típicos, actividades deportivas como los partidos entre solteros y casados, bailes y la entrega de juguetes para todos los niños de la población. En el ámbito religioso, los mismos pobladores iniciaron algunas misas en la primera sede construida en el lugar y a la cual llamaban a los feligreses tocando un trozo de riel como campana. Posteriormente, hacia la década de 1980 construyeron la capilla de la “virgen del mar” ubicada hasta el día de hoy cerro arriba. En las fiestas de fin de año, era actividad obligada a inicios de diciembre el adornar las casas y los postes con guirnaldas, banderines y otros adornos que cruzaban por la calle Canteras de inicio a fin. Los trabajadores portuarios y relacionados al sector pesquero conseguían diversos artefactos para constituir pequeñas celebraciones pirotécnicas populares que demostraban tanto la cooperación de todos los pobladores como la noción de festividad fuertemente arraigada. Junto a esto, una tradición hoy casi extinta era la de preparar ponches, comidas y bailes en el living de cada casa, en donde todas las familias abrían las puertas de sus hogares para que los vecinos pasaran dando el abrazo de año nuevo y así recibirlos de la mejor forma posible. Entre otras características de comunidad es importante de mencionar el aprovechamiento de las napas subterráneas, las cuales hasta el día de hoy son fuente de agua natural que brota en partes del cerro. Los pobladores de Canteras se organizaron para canalizar el recurso hídrico con la instalación de una bomba y la construcción de una red que distribuía el agua por las casas de la población. Entre los vecinos, se turnaban para el mantenimiento de este sistema y para llevar el cobro de los gastos que esta demandaba entre todos los habitantes del sector. También importante fue el establecimiento de una pequeña escuela básica, hoy desaparecida, en la cual se educaron muchos de los hijos de los trabajadores portuarios que habitaron el sector. Esta estuvo a cargo de la profesora Alba Enoch, quien hasta el día de hoy vive en la población y conserva algunos libros de la pequeña biblioteca que alguna vez existió. Varias generaciones pasaron por la enseñanza comunitaria brindada en este espacio. Hoy en día estas actividades son parte de un pasado cargado de comunidad y ayuda mutua, de infancias que crecieron jugando en toda la extensión del cerro y los roqueríos de la costa, de familias que se constituyeron en una verdadera comunidad y de viejas costumbres e identidades que hoy en día han dejado de estar tan presentes como antaño. También la configuración de la población ha cambiado. Muy pocos habitantes se dedican a la actividad portuaria y muchos nuevos vecinos han llegado de otros lugares de la zona y el país para establecerse en una población que sigue siendo un espacio cargado de tranquilidad y que, a pesar del paso de los años, jamás ha dejado de cautivar con su privilegiada vista al mar a sus habitantes y a quienes hacen un alto en el camino. |